Domingo Díaz siempre suma unas imprescindibles dosis de ilusionante pragmatismo. Su visión realista del baloncesto de un club de cantera no choca con la focalización de sueños, de proyectos ambiciosos y a la vez románticos. Su habitual clase de cada Curso Superior se convierte en una importante lección para que el alumno tome consciencia de la dificultad de sacar un club adelante y de la importancia de saber combinar la formación con los resultados. Sabe Domingo que sin victorias nadie presta atención, que para conseguir recursos sin tener que pedírselo a los padres, lo que necesita son resultados atraigan a patrocinadores, a instituciones. Siente eso sí tanto orgullo de la suma de títulos como de ver a alguna de las jugadoras  formadas en club defendiendo la camiseta de alguna de las Selecciones españolas, desde la más jóvenes hasta la Absoluta.

Fue una hora de recorrido desde los orígenes hasta el presente, de su vida dentro del baloncesto en paralelo la progresión de su club, de la fórmula basada en la insistencia y en el trabajo, en la dedicación plena por parte de su esposa y él volcados hacia un único y definido objetivo que es formar desde niñas y en paralelo competir en la máxima categoría de nuestro baloncesto femenino. Problemas, vicisitudes varias, alegrías y sinsabores en una historia densa pero apasionante que sin duda convierten al matrimonio Díaz-Santana en unos claros referentes en la historia del baloncesto femenino español. 

Miguel Panadés / FEB